martes, 5 de abril de 2011

Para la Princesa Pastillera !

Es necesario correr riesgos. 
Sólo entendemos del
todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda
 lo inesperado.

Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un
momento en el que es posible cambiar todo lo que
nos hace infelices. Todos los días tratamos de
fingir que no percibimos ese momento, que ese
momento no existe, que hoy es igual que ayer y será
igual que mañana. Pero quien presta atención a su
día, descubre un instante de silencio después del
almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen
iguales. Ese momento existe: un momento en el que
toda la fuerza de las estrellas pasa a través de
nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad es a veces una bendición, pero por
lo general es una conquista. El instante mágico del
 día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de
nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener
momentos difíciles, vamos a afrontar muchas
desilusiones…, pero todo es pasajero, y no deja
marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás
con orgullo.

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos.
Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga
desilusiones, ni sufra como los que persiguen un
sueño. Pero al mirar hacia atrás —porque siempre
miramos hacia atrás— oirá el corazón que le dice:
«¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en
tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu
Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de
una cueva, porque tenías miedo de perderlos.
Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que
 has desperdiciado tu vida.»

Pobre de quien escucha estas palabras. Porque
entonces creerá en milagros, pero los instantes
mágicos de su vida ya habrán pasado.

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